6. oct., 2021

La Libertad en un Plato de Lentejas

   Por Antonio García Sancho

    La frase suele utilizarse para aclarar que las cosas son de esta manera y no cabe más alternativa que aceptarlas así. Es frase de última oferta, de punto y final, de “rien ne va plus”. O eso o nada. A veces, incluso, “o eso o eso”: un “tienes que aceptar la realidad como es porque no puede ser de ninguna otra forma”.
    Así, sin pensar demasiado, se me ocurren tres visiones problemáticas de esta frase o, lo que es igual, hablando en plata, tres cuestiones sobre las que poder pensar más profundamente. Las enumero para mejor exposición y más fácil seguimiento de mis razonamientos:

1) Una reflexión sobre la esencia de las cosas y la susceptibilidad de conocerlas con exactitud o claridad (es decir, la ontología y la epistemología –o mejor gnoseología- nada menos).
2) Una reflexión sobre la falacia del falso dilema, que nos llevará a…
3) Una reflexión sobre la libertad del ser humano y su capacidad de decidir o las restricciones, condicionantes o determinaciones que afectan a esa libertad.

No os paréis, nuestra intención (de buenas intenciones están llenos los cementerios) es no extendernos demasiado.

    1) La frase “Esto son lentejas” implica un conocimiento radical del objeto al que se refiere. Esto “son” tal cosay no tal otra; no hay duda. Lo que sean las lentejas, en este momento, nos da un poco igual: sean lo que sean, podemos identificarlas y diferenciarlas de otra cosa cualquiera. Esto tiene, como primera implicación, el hecho de que las “lentejas” tienen una entidad, una esencia. Las lentejas “son”. Y, además, “son eso”, es decir, más allá de sus atributos (grandes, pequeñas, de color más claro o más oscuro…), las lentejas poseen un “algo”, que les hace ser lentejas y no habichuelas o tomates, pongamos, o incluso seres humanos. Ese “algo”, que está más allá de los accidentes y que nos hace reconocer una lenteja de cualquier tipo, tamaño y condición, es la “esencia” de las lentejas.
    Pero, además, la frase oculta otra posibilidad de reflexión: pongamos, como hemos concluido antes, que otorgamos una esencia a las lentejas, ¿implica eso que podemos “conocer” a las lentejas? Es decir, ¿llegar a comprender su esencia? Y si no podemos, ¿hasta qué punto llegamos? (ya hablaremos de eso en otro momento). De momento, nos tendremos que conformar con argumentar que “esto son lentejas ” implica tan sólo que reconocemoslas lentejas; es decir, las identificamos (bien porque la razón nos guía, bien porque tenemos una idea innata de ellas o por lo que demonios sea, dejemos ese hilo de momento) y, además, podemos “mostrarlas”. “Esto” son lentejas. Lo decimos como señalando con el dedo orgullosos y satisfechos de nuestro conocimiento y de poder enseñar algo a quien no lo sabe. La frase, pues, implica que las lentejas (y, por extensión, el resto de objetos) “son” alguna cosa “mostrable” o, en otras palabras, que el ser se manifiesta, que ahí donde hay un fenómeno, detrás de él hay algo que es. En puridad, tampoco podemos afirmar que todo lo que “es” tenga la maldita costumbre de manifestarse, de llegar a ser “fenómeno”, pero las lentejas sí. ¿Pero reconocer el fenómeno es conocer la esencia? Pues va a ser que no.
   Imaginemos que nunca hemos visto un pinsapo, ni en la vida real ni en imágenes de ningún tipo. Sabemos que existe, pero no sabemos qué es ni qué aspecto tiene. En ese supuesto, estamos concediendo al pinsapo “entidad”, es decir, cualidad de “ente”, de algo que existe. Concedamos, también, que tiene una esencia (que es como dar un paso más en la cadena y decir que el pinsapo “es”, no sólo “existe”). Pero ¿podremos reconocerle? Seguramente no. Sin embargo, admitiremos que, si se nos explican las características de ese ente, qué forma tiene, en qué lugares geográficos lo podemos encontrar, etc., llegará un momento en que podríamos reconocerlo. La frase “esto es un pinsapo”, significaría, entonces, que hemos reconocidoun ente al que llamamos “pinsapo”. Pero lo hemos reconocido por sus características y cualidades (es decir, por sus accidentes). Por tanto, el conocimiento que adquirimos de él, está mediado por los accidentes, por las cosas transitorias y susceptibles de cambio asociadas a esa cosa, pero que no son la cosa misma. No deja de ser curioso que reconozcamos e identifiquemos algo justo por lo que nunca se mantiene fijo en ello. Apuntad el tema.
     Bien: como el pinsapo, las lentejas se reconocen por sus características externas, pero no por su esencia. Sólo con esta frase no podemos concluir que podamos “conocer” la esencia de las lentejas, sino sólo reconocer el “fenómeno” lenteja. Y, sin embargo, damos por sentado que hay una esencia porque, cuando se nos muestra, e nos dice “esto son lentejas”.

    2) Por otro lado, la frase en realidad nos plantea una falacia conocida como “falso dilema”. El falso dilema, básicamente, reduce a dos las opciones como si fuera cierto que sólo existen esas dos opciones cuando, en realidad, hay más. Así, en la frase “si quieres las tomas y si no las dejas”, parece que no haya más opción que estas dos. Sin embargo, existen otras: por ejemplo, tirarlas al suelo, comer sólo una cucharada o arrojárselas a la cabeza de quien nos pone en tan forzosa situación. Podrá aducirse que “comer una cucharada” es comerlas y que vengarse del que nos pone en un brete es “no comérselas”. Podríamos aceptar la literalidad de lo segundo pero en cuanto a lo primero: ¿nos diría nuestra madre que hemos comido las lentejas si sólo probamos la puntita de una cucharada? ¿A partir de qué cantidad de lentejas se considera que nos hemos comido el plato? En realidad, este dilema, conocido como el dilema del grano de arena, nos propone que cierta cantidad de alguna sustancia puede dividirse ad infinitumy sería siempre aleatorio fijar un límite para, por ejemplo, lo mucho o lo poco, o, como en este caso, el haberse comido o no las lentejas. Por tanto, en realidad tenemos más opciones que sólo esas dos.

   3) Finalmente, incluso si sólo tuviéramos dos opciones para elegir, eso demostraría que, como dice Sartre, estamos condenados a ser libres. Siempre tenemos una opción, aunque sea dura de acometer. Simone de Bouvoir discutirá que las circunstancias que nos envuelven limitan esa libertad. Podemos pensar, incluso, que esas limitaciones hacen que no podamos ver mas que una salida. ¿Puede una mujer afgana plantearse no obedecer a su marido? Seguramente no. Ha sido educada para ello, en su entorno todas las mujeres se comportan con obediencia a su marido y el mero pensamiento de lo contrario, si se llega a alumbrar, parece una aberración. Y, sin embargo, en puridad, puede desobedecer. La capacidad de ser potencialmente libres no implica que podamos entender que somos libres, considerar que tenemos más de una opción para elegir. Ahora bien: si no conocemos las posibilidades: ¿somos realmente libres? Por ejemplo, una pregunta fácil: tenemos una fiesta y guardamos un traje en un armario: de color azul. Nuestra pareja nos ha comprado tres trajes más, uno marrón, uno color tabaco y otro color berenjena, pero los ha guardado en su armario para que no los veamos. ¿Somos libres de vestir de otro color que no sea el azul? Es decir, aunque las opciones de elección estén al abasto, si las desconocemos, ¿realmente somos libres de tomarlas? Los regímenes totalitarios también se fundamentan en la imposición de un “pensamiento único”, en el intento de que los ciudadanos bajo su yugo no puedan vislumbrar la posibilidad, por remota que sea, de que una idea diferente sea más válida que la que el régimen impone. Anotad el tema, que puede dar para mucho. En cuanto al dilema del traje, Sartre nos diría que siempre puedes ir desnudo a la fiesta.

    Lo dejamos aquí. Sólo hemos esbozado unas pocas líneas de pensamiento, mientras que hemos resistido la tentación de seguir otras tantas. Éste es el primer artículo del Blog y con él queremos también simbolizar un poco el espíritu del mismo: hay filosofía por todas partes, incluso en lo más cotidiano. Como veis, hay mucha filosofía en un plato de lentejas.